La revelación que escuchamos de forma tan inspiradora en "Music For Dogs" llegó en un momento decisivo para la banda el año pasado. Empujados a alinearse como un grupo de indie-pop mientras sus intereses artísticos se centran en la vanguardia. Empujados a endeudarse aún más para mantener vivo al grupo. Empujados desde dentro a abandonar la zona de confort de su antiguo hogar en Santa Bárbara y establecer una nueva sede en Los Ángeles. Lynch y Rasmussen respondieron rechazando la idea del "arte como carrera" y convirtiendo el arte en su modo de vida. Con la renovación integral de un almacén en el barrio Frogtown de Los Ángeles, al que han bautizado como Space Command y que comparten con artistas visuales, diseñadores y creativos, la pareja comenzó a vivir y componer música en sus propios términos, tal y como habían hecho antes de que su música se colocara "en el mercado".
Music For Dogs es un álbum profundamente personal que se burla de la moda del comercio musical, la cultura del placer, los avances tecnológicos y el nuevo hogar que han encontrado en Los Ángeles. Los sentimientos New Age y de religión oriental que ondulaban en sus dos primeros álbumes ('Gardens & Villa', de 2011, y 'Dunes', de 2014) han sido cambiados por una nueva especie de zen pop-Nihilismo. De todos modos, ¿qué es el nihilismo sino budismo con una actitud de que le den por culo? Han encontrado una forma de vivir en la línea de fuego, una forma de cosechar energía creativa de nuestras tristes tendencias de Internet, el futuro incierto. "My whole life fixation/See if we can make it underneath the radar", dice la respectiva llamada y respuesta de Lynch y Rasmussen en "Fixations", una canción sobre la belleza de tocar fondo y luego encontrar el falso fondo. Lynch podría referirse a vivir como creativo en la clandestinidad o fuera de la visión periférica de la NSA, o a lo absurdo de sentirse desconectado de un mundo que está muy, muy conectado. Bajo la dirección del visionario productor Jacob Portrait y con la insustituible sección rítmica de Dusty Ineman (batería) y Shane McKillop (bajo), "Fixations" -y gran parte de 'Music For Dogs'- es en realidad Gardens & Villa haciendo lo que siempre ha hecho mejor. G&V crea melodías bizantinas y arreglos ricamente entrelazados para sintetizadores, guitarras y voces que funcionan increíblemente bien a nivel cerebral, pero que tampoco desentonarían en un karaoke coreano nocturno.
Las influencias de "Music For Dogs" no intentan esconderse: "Taking Tiger Mountain (By Strategy)" de Eno, "Low" de Bowie, "Chimera" de Bill Nelson, Cleaners From Venus. Pero el álbum no se siente encasillado en un ámbito particular de los años 74-84. Music For Dogs mantiene un ámbito mucho más amplio, sonando tanto a mañana como a 1976. De todos modos, el tiempo es un círculo plano, ¿no? Un trozo de vinilo plano, giratorio y oblicuo. Dale la vuelta. Tócalo otra vez. El tiempo es un disco rayado. En nuestro último y gran Fin de los Tiempos -aquí, en esta economía de Internet impulsada por los gatos- necesitamos "Música para perros".