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Llegaron en marzo de 1999, con una portada que hacía referencia a El Exorcista y un título sacado de un conocido eslogan de una banda de Glasgow, por lo que cabía esperar que Come On Die Young fuera un asalto pre-milenario a los sentidos. En cambio, lo que llegó fue una respuesta oscuramente elegíaca -sorprendentemente contenida- a los fuegos artificiales auditivos de su debut.